sábado, 12 de julio de 2014

Tú.

Tú, devuelves poco a poco la sangre a mis venas secas. Y las fuerzas a mi corazón débil y vacío.
Mi luna de las noches de julio en un pueblo desierto. Mi esperanza; mi  razón como humano, que algún día se verá cara a cara con la muerte, para creer que podías quererle como tu amigo propio y personal.
No se pensar en que me quieras. Pero tampoco sé entender que lo hagas si es así.
Quizás me equivoque, probablemente no me entiendas.
Calma mi conciencia, alarga mis días, tenme paciencia. Tus ojos enamoran a este filósofo de bar desventurado. Y tus palabras ciegan a este negligente enamorado de una vida dolorida

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